El tenis infantil no empieza con un saque ni termina con una volea. Empieza en casa, con los padres, en cómo se habla del deporte, en cómo se reacciona ante una derrota, en cómo se anima sin aplastar. Y aunque se entrene en una pista de tierra batida o en una pista rápida, lo que sucede fuera de esas líneas influye, y mucho.
Como club, en Las Vegas lo vivimos a diario. Vemos a niños motivados que pierden la chispa por culpa de un gesto o una palabra. Vemos a padres volcados con lo mejor de sus intenciones… pero también con miedos, proyecciones y, a veces, demasiada presión. Y como en casi todo, el problema no es querer lo mejor. El problema es no saber cómo acompañar ese deseo de la forma adecuada.
Este artículo nace para responder a eso. Sin señalar. Sin recetas mágicas. Solo con experiencias reales y claves prácticas que, si se aplican bien, pueden marcar la diferencia entre un hijo que compite con ganas… y otro que simplemente aguanta.
Todo lo que no se dice, pero sí se juega
No hay libro de instrucciones para ser padres o madres de un niño deportista. Lo que hay es ensayo y error. Pero si supieras cuántos errores evitables vemos cada semana… entenderías por qué vale la pena leer esto con calma.
Aquí vas a encontrar:
- Cómo influye tu actitud como padre (aunque creas que no se nota).
- Qué errores comunes cometen incluso los padres bienintencionados.
- Qué hacer en cada fase del proceso (antes, durante y después del partido).
- Casos reales de padres que cambiaron el rumbo para mejor.
- Y, sobre todo, herramientas prácticas para que tú y tu hijo podáis disfrutar juntos del viaje.
Y sí, también hablaremos de esos silencios incómodos después del partido, de ese nudo en el estómago cuando no ganan, y de cómo encontrar un equilibrio entre querer lo mejor y respetar el ritmo de cada niño.
El peso emocional de una mirada (aunque sea sin palabras)
Más allá del marcador: lo que tu hijo ve cuando te mira en la grada
«Juega para disfrutar»… pero solo si gana, ¿no?
La contradicción más común. Se dice con la boca: “Lo importante es que disfrutes”. Pero se dice con el cuerpo: brazos cruzados, suspiros, gestos de decepción. Y los niños, aunque estén centrados en el juego, lo captan todo.
Uno de los chavales de nuestra escuela lo dijo sin rodeos: “Mi padre me mira raro cuando fallo. Me siento peor que si me grita.” Esa presión silenciosa es la más difícil de detectar… y la más fácil de corregir si hay voluntad.
El elogio condicionado
“Eres un campeón” cuando gana. “No pasa nada” cuando pierde. ¿El problema? Que aprenden a asociar su valor personal con el resultado. Lo que necesitan no es que les digas que son los mejores, sino que sigues ahí igual, pase lo que pase en el marcador.
Qué actitudes suman y cuáles restan (aunque cueste admitirlo)
Antes de entrenar o competir
Lo que ayuda de verdad
- Validar lo que siente: “¿Cómo estás para hoy?”
- Dar espacio para expresarse sin forzar: “¿Quieres que te acompañe? ¿O prefieres estar solo un rato antes?”
- Transmitir calma más que instrucciones.
Lo que conviene revisar
- Revisar el cuadro del torneo como si fuera una oposición.
- Darle “consejitos técnicos” sin ser entrenador.
- Transmitir miedo al fracaso sin querer: “No pasa nada si pierdes” (que suena a “sé que vas a perder”).
Durante el partido
Lo que realmente ayuda
- Mantener una presencia neutra, tranquila, sin exaltarse.
- Animar con frases neutras: “¡Vamos!” “¡Bien intentado!”
- Aplaudir también los buenos puntos del rival (sí, aunque duela).
Lo que conviene evitar
- Gritar instrucciones (“¡Coloca más el revés!”) desde fuera.
- Discutir con árbitros o monitores.
- Hacer gestos o soltar comentarios que generen presión emocional.
Después del partido
Lo que vale más que mil análisis
- Preguntar: “¿Cómo te sentiste?” antes que “¿Por qué perdiste?”
- Dejar un tiempo antes de hablar si ves que está frustrado.
- Escuchar más que hablar. A veces, solo quieren un abrazo.
Lo que conviene eliminar (aunque cueste)
- Analizar punto por punto sin que te lo pidan.
- Hacer autocrítica proyectada (“Yo a tu edad…”).
- Reforzar solo el resultado (“¡Hoy sí que valió la pena!”).
El club y el entorno: mucho más que entrenamientos
Un equipo donde los padres también juegan
En el Club de Tenis Las Vegas, entendemos el tenis como una experiencia global. Por eso trabajamos también con las padres. Desde charlas abiertas hasta acompañamiento emocional personalizado. Porque formar jugadores empieza por formar entornos sanos.
Nos gusta decir que entrenamos personas que juegan al tenis, no al revés. Y para eso, contar con padres que comprenden su rol (ni más ni menos) es vital.
Cuando el entrenador es un aliado, no un delegado
No se trata de dejar todo en manos del club. Ni de cuestionar cada decisión. Lo ideal es una comunicación fluida, donde padres y entrenadores se escuchen y confíen mutuamente.
Cuando eso sucede, el niño lo nota. Y juega mejor. Porque se siente acompañado, no vigilado.
Preguntas que muchos padres nos hacen (y respondemos sin rodeos)
¿Está mal querer que gane?
No. Es natural. Pero tu hijo debe sentir que no lo quieres más ni menos por el resultado. Si gana, genial. Si no, también.
¿Y si mi hijo pierde motivación?
Pregúntale. Escucha. Tal vez está saturado. Tal vez necesita un respiro. O simplemente jugar sin competir. Obligar no ayuda. Acompañar sí.
¿Cuánto debo implicarme en su proceso?
Depende de su edad, personalidad y momento. Pero como regla general: interés, sí. Control, no. Curiosidad, sí. Invasión, no.
¿Cómo sé si lo estoy presionando?
Cuando deja de hablarte del tenis. Cuando va con desgana. Cuando juega con miedo al error. Si ves eso, para, habla con él, y quizá con su entrenador también.
¿Puedo ayudar aunque no sepa de tenis?
Sí. Puedes ser su refugio emocional. Su apoyo incondicional. El que le pregunta cómo se siente y no qué lugar quedó. Eso vale más que cualquier revés liftado.
Al final del día, no se acordarán del marcador
Lo que quedará —cuando pasen los años, cuando las pistas sean recuerdos— será otra cosa. Cómo te miraban al acabar el partido. Cómo les abrazabas aunque perdieran. Cómo estuviste ahí sin necesidad de decir nada.
En el Club de Tenis Las Vegas lo tenemos claro: padres que acompañan con inteligencia emocional hacen mejores jugadores. Pero sobre todo, mejores personas.
Y eso, en un mundo de rankings y presión temprana, es oro puro.
Si quieres vivir el tenis de tu hijo desde un lugar sano, compartido y bien acompañado, ven a conocernos.
Nos vemos en la pista. O en la grada. Pero siempre al lado.
