El tenis juvenil es un mundo fascinante. Entre raquetazos, gritos de ánimo y silencios tensos en los puntos de break, se cuece mucho más que una pelota cruzando la pista. Y si estás leyendo esto, probablemente ya sabes de lo que hablo. Tu hijo o hija no solo entrena: vive el tenis, lo respira, lo sufre y lo celebra. Pero también te preguntas —con razón—: ¿cómo puedo ayudarle a dar lo mejor de sí sin meterle presión? ¿Qué diferencia a quienes progresan de quienes se estancan?
Spoiler: no es solo talento. Ni fuerza. Ni horas y horas bajo el sol. El rendimiento en tenis joven es una suma compleja. Una fórmula que combina técnica, cabeza, entorno y algo que a veces se nos escapa: el disfrute. Porque si desaparece la alegría, lo demás se tambalea. En el Club de Tenis Las Vegas lo hemos vivido con muchos jugadores. Sabemos cómo acompañar esa evolución sin romper la magia.
Este artículo está pensado para eso. Para que entiendas los engranajes del rendimiento juvenil y puedas acompañar con cabeza… y con corazón.
Qué vas a encontrar aquí (y por qué no es otro artículo más)
No vamos a hablarte como si esto fuera una guía de academia. Aquí no hay recetas mágicas ni promesas vacías. Hay experiencia, observación directa, nombres propios, derrotas que enseñaron y victorias que supieron a poco. Porque mejorar el rendimiento de un joven tenista no es una línea recta. Es una historia con curvas, picos y días raros. Como la adolescencia misma.
En estas líneas te llevas:
- Las claves físicas y técnicas que ayudan a crecer sin romperse.
- Cómo trabajar la preparación mental sin grandes discursos.
- Rutinas prácticas que generan mejoras sostenidas.
- El papel (decisivo) de madres y padres en todo este proceso.
Y todo bajo el enfoque que aplicamos en nuestra escuela de tenis: cuidar al jugador sin olvidar a la persona.
Qué impulsa (y qué bloquea) el rendimiento de un joven jugador
La parte física: crecer, adaptarse y no forzar
Cuando el cuerpo cambia, el tenis también
Uno de los errores más habituales es querer que un adolescente tenga el rendimiento de un adulto. Y no. En plena fase de crecimiento, el cuerpo se desajusta: brazos que crecen antes que el control, pies que se sienten ajenos, un saque que un día sale con potencia y al siguiente con dudas.
En Club Las Vegas lo tenemos claro: hay que adaptar, no exigir. Los entrenamientos se planifican en función del momento biológico, no solo de la categoría del torneo. Porque prevenir una lesión a tiempo vale más que ganar dos partidos seguidos.
Técnica inteligente, no repetitiva
La mejora técnica no viene de repetir el revés hasta la extenuación. Viene de entender por qué se hace así, de conectar el gesto con la táctica, de dar herramientas para que el propio jugador corrija sobre la marcha. El objetivo es formar jugadores autónomos, no robots bien programados.
Trabajamos con ejercicios situacionales, análisis de vídeo y mucha atención individual. Porque un adolescente necesita entender tanto como ejecutar.
La parte mental: construir desde dentro
Preparación mental sin misticismo
La cabeza juega. Mucho. En cada punto, en cada set. Pero no se trata de decirles “sé fuerte”. Se trata de enseñarles cómo:
- Cómo respirar cuando el corazón va a mil.
- Cómo recuperar el foco tras una doble falta.
- Cómo hablarse a sí mismos cuando nadie más puede ayudar.
Una de nuestras jugadoras, 16 años, tenía todo para avanzar, pero se venía abajo si no empezaba ganando. Trabajamos con ella una técnica de visualización antes del partido. Nada complejo: tres minutos con ojos cerrados, imaginando que se rehacía tras ir 0-3. A los dos meses, ganó un partido tras empezar perdiendo 0-4. No fue magia. Fue entrenamiento mental.
Motivación real, no de cartón piedra
No todos quieren ser Rafa Nadal. Algunos solo quieren jugar bien, superarse, sentirse parte de algo. Y eso está perfecto. La motivación verdadera no nace de los trofeos, sino de tener objetivos propios y alcanzables.
En nuestras sesiones de grupo, muchos adolescentes comparten lo que quieren lograr en el trimestre. A veces es mejorar su segundo saque. A veces es simplemente “pasarlo bien sin agobiarme por ganar”. Y ese también es un objetivo legítimo.
El entorno: ese factor invisible que cambia todo
Padres que suman (y otros que sin querer, restan)
No necesitas ser experto en tenis para ayudar. Basta con estar, escuchar y regular tu propia ansiedad. Porque sí, muchas veces la presión no la ponen los entrenadores, sino el coche de vuelta a casa.
Consejos que valen oro:
- No analices el partido hasta que tu hijo lo saque.
- No hagas de entrenador si no lo eres.
- Celebra el esfuerzo, incluso si perdió en primera ronda.
Un club con alma (y no solo con pistas)
En Club Las Vegas, el rendimiento no se mide solo por rankings. Lo vemos en cómo se saluda, en cómo se entrena cuando no hay torneo a la vista, en la relación que los chicos tienen con sus monitores.
Pistas de calidad, sí. Pero sobre todo, humanidad. Entrenadores que conocen a sus alumnos. Grupos donde nadie se siente fuera. Planes que no buscan crear campeones a toda costa, sino personas que quieran seguir jugando muchos años.
Pasos prácticos que sí funcionan (y puedes aplicar ya)
Rutinas con sentido: ni sobrecargar ni improvisar
Planificación semanal equilibrada
Tres o cuatro sesiones por semana, combinando:
- Técnica pura.
- Juego real con marcador.
- Preparación física específica.
- Trabajo mental integrado (no como añadido).
Y días de descanso real, no de tareas extra o repaso de vídeos eternos. El cuerpo necesita parar para rendir.
El valor del entrenamiento cruzado en el rendimiento
Complementar con otros deportes mejora la coordinación, reduce el aburrimiento y previene lesiones. Algunos de nuestros jugadores alternan con natación, pádel o incluso escalada. Sorprende cómo mejora la agilidad en pista cuando el cuerpo se ha acostumbrado a moverse distinto.
Antes del torneo: cómo preparar sin agobiar
Simular el entorno real
- Entrenar en la misma franja horaria.
- Simular partidos con público o familiares.
- Jugar sets completos con rutinas reales (saque, cambio de lado, toalla…)
Todo esto ayuda a reducir la ansiedad el día del torneo. Y a sentirse “ya he estado aquí antes”.
No cambiarlo todo la semana antes
Es tentador: apretar, corregir, ajustar. Pero justo antes de competir, lo mejor es reforzar lo trabajado, no reinventarlo. Tranquilidad, confianza, repasar lo positivo.
Más allá del rendimiento: formar personas que sigan amando este deporte
Ganar bien, perder mejor
Formamos jugadores que no tiran la raqueta, que felicitan al rival, que entienden que un mal día no los define. En los torneos internos, una de las normas no escritas es esa: actitud ante todo. Y cuando un chico gana pero no respeta, hablamos con él. Porque esto es tenis, pero también es educación.
Comunidad que acompaña
Nos enorgullece ver a los adolescentes del club quedarse después de entrenar para ver a los más pequeños. Animarlos, aconsejarlos, hacer de sparring. Ese sentido de tribu genera identidad. Y cuando un jugador se siente parte de algo, da más, se cuida más y rinde mejor.
Preguntas que suelen llegar (y respondemos sin rodeos)
¿Cuánto debe entrenar a la semana un joven con ambición?
Depende del momento, pero entre 4 y 6 sesiones bien planteadas suelen ser suficientes. Más horas no siempre implican más mejora.
¿Qué hago si mi hijo se estanca?
No entres en pánico. Habla con él, con sus entrenadores. Revisa rutinas, metas, carga física y emocional. A veces basta con un pequeño cambio para que todo fluya de nuevo.
¿Es bueno que compita cada fin de semana?
No. Necesita alternar competición con fases de entrenamiento sin presión. Jugar demasiado puede quemar, sobre todo si el foco está solo en el resultado.
¿La preparación mental no es muy sofisticada para adolescentes?
No si se plantea de forma natural. Ejercicios simples, constantes y adaptados hacen más que una charla motivacional antes del partido.
¿Y si ya no quiere seguir?
Escúchale. Tal vez necesita una pausa, tal vez otra forma de relacionarse con el tenis. Forzar solo crea rechazo. Mejor comprender que el camino puede cambiar.
Rendimiento con sentido: jugar bien y seguir queriendo jugar
A lo largo de estos años, si algo hemos aprendido en el Club de Tenis Las Vegas es que el mayor logro no es subir en el ranking. Es ver a un joven que, después de entrenar, sonríe. Que, tras perder, dice “quiero mejorar eso para el próximo”. Que encuentra en el tenis algo más que un resultado.
Eso es rendimiento de verdad. El que se construye con cuerpo, cabeza y corazón. El que no depende solo del talento, sino del entorno, del cuidado y del enfoque humano.
Si buscas un lugar donde tu hijo o hija pueda crecer como jugador y como persona, donde el tenis se entienda con la misma pasión con la que se juega, ven a conocernos. Nuestra escuela está donde se construye el futuro del tenis con honestidad, dedicación y alegría.
Nos vemos en la pista.
